domingo, 3 de agosto de 2008

Mirémonos

No nos miramos porque no tenemos tiempo. No nos miramos porque tenemos miedo, miedo del otro, miedo de nosotros mismos, temor a descubrir en el otro lo que más odiamos de nosotros . No nos miramos porque hay cosas más importantes que hacer. No nos miramos porque es obvio. Y a veces lo más evidente se pasa de alto.
A veces nos olvidamos de mirar a quienes queremos, y que decir entonces de los desconocidos. No nos atrevemos a sostener la mirada con un extraño más de 5 segundos. ¿Cúando se nos olvidó? En algún momento entre el blackberry, el iphone y el periodico- que me voy leyendo -porque voy a llegar tarde al trabajo- y más me vale estar informada- se nos pasó de largo ver a los ojos a los demás. ¿En qué momento pasó de ser un gesto de cortesía, un acto de sensualidad a convertirse en una falta de educación, en un atrevimiento?
Hoy hice la prueba aquí en Nueva York. Salí del 7-D a eso de las 3:30 de la tarde. Tomé el metro en la 181 hasta la 168, digamos unas 5 estaciones. En el vagón miré, y miré y busqué varios pares de ojos, y nadie sostenía la mirada más de 5 segundos. En la 168 me bajé y tomé el ascensor para cambiar a la línea uno. Ni qué decir. Allí menos hubo miradas sostenidas. Volví a montarme en el otro vagón, y rodé más de 15 estaciones. Nada. Lógico dirá alguno, en el metro la gente no se mira. Pero salí a la calle y llegué a Barnes & Noble, y durante la primera media hora (estuve una) no pasó nada-. Ningunos ojos pude ver, ni azules, ni marrones, ni pequeños, ni grandes.
Después de ese tiempo, por fin pasó. Yo iba bajando las escaleras mecánicas, y un caballero negro vestido de blanco con sombrero de paja me miró. No lascivamente, no con interés de conquistarme, sólo me miró. Y sonrió. Y yo miré y sonrié, y seguimos de largo. Y salvamos el día. O mejor dicho, ambos, el caballero negro y yo, nos salvamos el día. Y no fue tan díficil.
Entiendo que mirarse es un acto de confianza, y no se confía en desconocidos, pero mirarse también es un acto de humanidad, es decirle al otro, "Sé que existes. Sé que no soy sólo yo en este mundo, sé que estás ahí. No me importas pero sé que estás ahí". A veces es suficiente.

2 comentarios:

mara dijo...

estoy de acuerdo contigo pero creo que eso pasa en las grandes ciudades hace algunos años cuando vivia en londres al comienzo tuve esa misma sensacion eso va en la cultura y pienso que hasta en el clima nosotros los de el caribe somos distintos pero creo que lo mas importante de todo es entender comprender y aceptalos como son saludos

Pulgamamá dijo...

Totalmente de acuerdo Mara, por eso tengo este blog, para intentar comprender su realidad sin juzgarla, y también como una manera de catarsis para poder yo dijerirla