domingo, 2 de noviembre de 2008

El dolor que inmoviliza

Cuando el dolor es tan fuerte que sobrepasa el alma y se aloja en cada uno de nuestros músculos, el cuerpo se vuelve pesado y lento, y los pequeños pasos se convierten en travesías odiséicas que requieren la concentración de toda nuestra energía restante en el acto o tarea que queremos realizar.
Asi, cuando nos rompen el corazón y sentimos que la vida no es vida, el simple hecho de levantarnos de la cama es una tarea titánica que puede tomar minutos, horas, días y hasta semanas. Y aunque esto suene novela, es real y quien diga que no lo ha vivido, o miente o realmente es muy afortunado.
Recuerdo como en tercer año de universidad Sofía, mi amiga del alma, debía literalmente arrastrarme desde el carro en el estacionamiento hasta el salón de clases, no sin antes intentar peinarme y arreglarme el pantalón de la pijama que había olvidado cambiarme. En aquel momento tenía 23 y el mundo empezaba y terminaba en ese amor. Por varios meses me aplaudí cada logro, por minúsculo que fuera; cada vez que no pasaba un fin de semana en la cama, cuando fui al kiosco a comprar periódico, o cuando me atreví a salir a una primera cita. Sofía, por supuesto, prácticamente me obligó y me dijo que si no salía ella iría a mi casa, me vestiría y arreglaría ella misma. Sabía que era capaz y quise ahorrarle el viaje.
Ahora no tengo 23. Sof'ía no esta aquí. No sufro de penas de amor, pero hay días en que la nostalgia de estar lejos se trepa desde mis pies, amarra mi corazón y se instala en mi cabeza. En esos días pararme de la cama me puede tomar varias horas. Siento verguenza de mi misma, por supuesto, pero luego me asumo como soy, y empiezo mi tarea titánica de dar un paso a la vez. Primero de la cama al baño, luego del baño al sofá, luego del sofá a la cocina, de la cocina a la mesa, y de la mesa a la computadora. Y si todo eso me toma un día entero o dos pues no importa. Estoy segura que a la semana me tomará menos, y que al mes el dolor habrá disminuido. Hasta que vuelva a llegar con todas sus fuerzas y me tome como prisionera y no me deje parar de la cama, y empiece entonces la danza de los pequeños pasos hacía un corazón tranquilo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Que casualidad que levantarme hoy y hacer algo peque;amente productivo,fue mas dificil que mandar un cohete a la luna.. literalmente... por que sera que cuando nos sentimos tristes, adoloridos del alma, o simplemente se nos acaban las pilas, no podemos reunir energias para lo que se supone un acto muy sencillo.. aquello de salir de la cama digo... muchos le dicen depresion, tristeza o hasta simple pereza... pero llamese como se llame... es muchas veces tan grande el dolor, que tan solo despertarse duele... y sin importar como, levantarse de la cama resulta siendo un acto heroico

Pulgamamá dijo...

Gaviota te entiendo tanto tanto. Ayer levantarme de la cama me tomo sus buenas horas y ahorita mientras escribo esto estoy en la cama tratando de convencerme de q si no me paro no llego al curso. Un paso a la vez gaviotica, primero fuera de la cama y de ahi partimos. Y si, son actos heroicos! El gran logro esta en que al final encontramos la manera de sobreponernos ante nosotros mismos. Asi que fuerza.

alinitaxula dijo...

mija lo que tienes es morriña, saudade, de tu gente, de tu cachito de cielo, de tus aires, y se hace cuesta arriba....encima estamos en otoño, ya viene el frio, y dentro de nada empezará la campaña de navidad...
desde aqui una que esta como tú, sin ganas de na, todo me cuesta horrores, toy desgana
besitos
alinita

Pulgamamá dijo...

Ani hola me alegra saber que no soy la unica a la que le pesa un mundo hacer cualquier cosa. Nada mujer fuerzas, hay que sacarlas todas y seguir adelante. Gracias por tus palabras y por ser tan fiel lectora. Un abrazo grande