Eran las 9:30 de la noche de ayer cuando Pauline, la señora de seguridad de mi universidad, dijo que iba a llamar a la ambulancia.
Le dijo a Licantro, -Sir, do I have your permission to call the paramedics?-
Yo estaba acostada en el piso del baño de mi escuela -un edificio moderno de dos pisos- entregada al malestar. Había vomitado más de 10 veces. Mi amiga española Alma, que le queda bien el nombre pues cuando se le mira se le ve directamente al alma, estaba sentada a mi lado, haciéndome cariñitos en la cabeza.
El malestar había empezado a las 6:00 pm. Había almorzado un pimentón relleno de couscous preparado en casa y una ensalada de rúgula, cranberries y durazno, también hecha en casa. A las 4:00 pm me había tomado un café con Alma para soportar las horas que todavía me quedaban enfrente de la computadora en la sala de redacción. Mi primera historia del semestre para entregar hoy a las 2:00 pm.
No me había tomado el malestar demasiado en serio, pues pensé que después de vomitar tres veces me sentiría mejor y me iría a mi casa en un taxi. Había decidido llamar a Licantro para que viniera a buscarme y devolverse conmigo, pues Alma no me quería abandonar y me daba dolor hacerla subir hasta Washington Heights y luego hacerla bajar hasta su casa en Brooklyn.
Cuando llegó Licantro, 40 minutos después, yo estaba mucho peor. Por falta de potasio no podía mover las manos, ni hablar de levantarme del piso. Como era tarde no había nadie en la escuela además de Pauline, el chico de la limpieza y nosotros.
Pauline entró el baño a avisarnos:
-The paramedics are on their way-.
Supongo que el mal tiempo los atrapó pues llegaron como 20 minutos después. Sentía un calor frío que me ocupaba todo el cuerpo y sólo quería cerrar los ojos. Los paramédicos, uno moreno chiquito y otro de pelo canoso, me preguntaron mi nombre, mi apellido y la fecha, para comprobar si estaba consciente. Me preguntaron esa retajila de preguntas que hacen los médicos, y que tendría que escuchar repetidamente durante la noche: cuando fue su última menstruación, es alérgica a algún medicamento, sufre de alguna enfermedad, algún chance de que esté embarazada? No, no había chance de que estuviera embarazada y aunque el paramédico canoso me palpó la barriga tres veces, no, no me dolía la apéndice.
No recuerdo bien cómo me sentaron en la silla de ruedas. Sólo recuerdo que mi pantalón estaba desbrochado, que yo estaba bañada en jugos gástricos y que para ese punto ya había perdido el control de los esfínteres y todo pudor. Atravesamos el lobby, nos montamos en el ascensor, y salimos del edificio. La ambulancia estaba justo enfrente. Nevaba y las luces de los taxis me parecían violetas.
Alma decidió venirse con Licantro y conmigo en la ambulancia, cosa que le agredeceré eternamente. Estaba segura de que viajar en ambulancia sería emocionante también esta vez, pero estaba demasiado débil para notarlo. La primera vez que viajé en ambulancia estaba en Francia y me había torcido el brazo, así que pude disfrutar el recorrido.
Estaba acostada en la camilla con dos bandas naranjas que me cruzaban los tobillos y los brazos y que yo insistía en soltarme porque sólo quería retorcerme. Tenía la máscara de óxigeno puesta. Y en realidad no entiendo por qué me la pusieron pues sólo hacía sentarme más mareada. Los paramédicos dijeron que me llevarían al hospital más cercano. En 15 minutos estábamos ahí.
No recuerdo cuando me bajaron de la ambulancia, ni el recorrido hasta la emergencia. Sí recuerdo que el paramédico le entregó al médico de guardia el informe sobre mi estado y que me pusieron en un cubículo acortinado junto a una mujer que aullaba de dolor...
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8 comentarios:
Quiero mantener la intriga pero les adelanto que ya estoy bien, en cassita, super consentida y tomando un montón de líquidos.
Justo iba a preguntar.
Besos.
Y por cierto: pimentón relleno de couscous preparado en casa y una ensalada de rúgula, cranberries y durazno?
Suena delicioso!
y qué pasó???
que tenías???
no juegues con nosotros!!!!
subí la continuación!!
Menos mal que aclaraste que ya estás bien :)
besitos sana sana en la pancita
Y quisiera escuchar la historia de los médicos tratando de hacerte una tomografía, un electrocardiograma, 12 exámenes de sangre, tres tests de patología inversa, un exámen de orina y una prueba psicológica por un simple empacho...a veces, solo a veces en mis sueños macabros extraña a Caracas y su joda nacional...que te mejores!
Me llamo Vilma y te invito a leer mi historia.
Hubiese querido estar a tu lado para mimarte.
Qué bueno que estés bien.
Un beso.
José Roberto Coppola
Echita miamorcita... ¡espero leer ya la continuación del cuento! :D
Federico: sí, divino hasta que lo devolví todo.
Galan: un virus estomacal que será develado en este capítulo que viene.
Dinobat: te sorprenderías, nada de eso hubo, supongo que la health crisis ya no lo permite.
Vilma: pasé por ahí.
Terapia: y yo hubiese querido que estuvieras.
Ana: pa allá voy!
Abrazos
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