viernes, 12 de febrero de 2010

Mi noche en la E.R. y Parte III: De mi McDreammy y otros estereotipos

Cuando ya llevaba mis buenas tres horas en la emergencia, apareció. Llevaba una chaqueta deportiva y un mono azul y todavía no se había puesto la bata. Alma estaba en el cuarto cuando él llegó a hacerme las mismas preguntas.
Era mi McDreammy particular (el heroe romántico de Grey´s Anatomy para los perdidos que no saben de qué hablo), que después de dos bolsas de suero, y varias vomitadas, había llegado para palparme la panza.
-Tell me, why are you here tonight?.
-Do you want the whole story? -le dije riéndome.
Él se rió de vuelta y me pidió que le contara toda la historia. Después preguntó de dónde era. Su repuesta me sorprendió. Había estado en Venezuela en el 93 o 94, ahora no recuerdo, viviendo en casa de un profesor de español que conoció en su colegio, en no recuerdo qué ciudad americana. Había pasado uno o dos meses en Caracas, tampoco recuerdo exactamente cuánto -culpo a la deshidratación por mi falta de memoria- y se había hospedado en Prados del Este.
-Mi esposo vivía cerquita de ahí -le dije.
Me visitó un total de tres veces, y la última vez le pedí que por favor me diera de alta. Mi compañera de cubículo tenía cancer, y a mi vecina, madre de una niña recién nacida, le acababan de diagnosticar un edema pulmunar. Seguro podrían darle un uso más útil a mi camilla. A las 3:00 am me dejó ir bajo la promesa de que guardara reposo y tomara mucho líquido.
Para ser sincera, este McDreammy no tenía los ojos azules, como el de la TV, ni tenía ese aire de galán atormentado, como el de la TV. Pero sí era dulce y compasivo, como el de la TV. Justo lo que necesitaba después de ocho horas de malestar.
Las series de televisión no mienten. O bueno si lo hacen, pero no siempre. Las salas de emergencia gringas, al menos esta que fui, son exactamente iguales a las de la televisión. Están los paramédicos eficientes, las enfermeras malas y las buenas, los residentes que hacen rondas y diagnostican a sus pacientes enfrente de sus maestros -médicos con más experiencia- los pacientes ruidosos que molestan a todos los demás, los pacientes cuyas esperanzas guindan de un hilo (como Ivonne), los pacientes sanos que pasaron por una situación desafortunada (yo y mi virus estomacal). Y por supuesto, los McDreammy, con sus sonrisas luminosas y sus palabras dulces.

6 comentarios:

Federico Santelmo dijo...

uy! es "sincera" en vez de "cincera"

pero shhh! cambialo rapidito antes de que llegue toda esta gente a comentar y borra mi comment! (o lo hago yo)

besos :p

Pulgamamá dijo...

Uy que horror, pero no lo borres. Gente: escribí "cinsera"en vez de "sincera¨, ya sé no tengo excusa pero culpo a la escribidera en inglés y mi falta de atención. Fede gracias por señalármelo y a todos, intentaré tener más cuidado.
Abrazos!

Unknown dijo...

leeerte es que si fantástico! te quiero mucho, para la próxima sí tenemos que vernos de nuevo, yo puedo enseñarte a a adorar Caracas :)

Anónimo dijo...

no veo esa serie pero entiendo lo que querés decir

me alegro que todo haya terminado bien y sí, a veces necesitamos que nos mimen un poco, o al menos que nos traten bien...

besos

DINOBAT dijo...

Al menos vives para contarlo...

Pulgamamá dijo...

Cori: eres una bella, te extraño, nos tenemos que ver, que tal si ésta vez vienes tu a Nueva York? Te prometo que vas a amar mi Nueva York.
Galán: que lo mimen a uno es divino. Gracias por estar pendiente.
Dinobat: eso es cierto, y es lo maravilloso de la literartura, las malas experiencias pueden ser maravillosas historias.
Abrazos