Tengo mucho que contar pero hoy nada quiero decir. Esto es lo único que tengo en la cabeza luego de tres semanas de reuniones, comidas, fiestas y viajes a la playa con amigos y familia: no quiero irme. Ya sé que una vida me espera allá en Nueva York, pero hoy, desde la casa de mis padres en Los Palos Grandes, cuando falta una semana y un día para volver, confieso, malcriada, aniñada y negada a enfrentar la realidad, que no quiero irme. No quiero. No quiero. No quiero.
sábado, 15 de agosto de 2009
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