Este texto fue escrito ayer en la madrugada después de cinco o seis cervezas.
Creo que fue Giselle Reyes, sí, la de la academia de modelaje en Altamira, la que dijo que el termino más elegante para cuando uno estaba pasado de tragos era "alicorado". A lo mejor no fue ella, ahora estoy casi segura de que no fue ella.
En todo caso pienso que el metro de Nueva York es un buen lugar para estar alicorado. Ahora estoy sentada en el piso, ese mismo por donde pasan las ratas de colas largas, esperando el tren que nunca llega. Los ojos se me cierran. Y yo no se si es el alcohol que me nubló el juicio pero voy a tener que tragarme unas cuantas de mis palabra.
Resulta que fui con mis amigos de la universidad a tomar cervezas y por primera vez desde que llegué a NY puedo mirar mas allá de las etiquetas. O puedo mirar y no ver una etiqueta. No son solo gringos. Son Jack, el que me ayudó a retocar aquella foto en Photoshop, o Samantha la que me salvó la vida, o la entrevista, prestándome unas baterías. O Aileen la que me acompañó a llorar cuando creí que no daba mas.
Yolanda la "student advisor" de la universidad tenía razón cuando me dijo que ellos, los gringos no tenían nada en contra de mi y que la única prejuiciosa era yo. Y es verdad, ahora, sólo después de un tiempo, estoy empezando a verlos como personas y no como una masa amorfa.
Y sí hay gringos estúpidos que creen que el mundo empieza y termina en el McDonald de la esquina, pero hay otros que al igual que yo, tratan de entender un mundo que es tan vasto que se pierde de vista. Y no, no he olvidado al profesor imbécil que dijo que este master no era para mí, pero es igual de válido recordar al profesor que me dijo ayer que yo era una verdadera "story teller".
Nada, que la gente es gente, y que son idiotas e insoportables y torpes y malintencionado a veces, y maravilloso e impresionantes otras veces, y la mayoría de las veces todo eso al mismo tiempo. Y eso es así en Caracas en NY o en cualquier otro lugar.
Capaz es el alcohol, pero hoy a la 2:38 am, después de pasar una noche divertidas como pocas, me trago mis palabras. Al menos algunas de ellas. Los calificativos solo encierran a un grupo de gente. La mayoría es mucho mas difícil de encajonar.