viernes, 6 de febrero de 2009

Un cómplice silente en mi tren

Nuestras miradas se cruzaron tan pronto como entré al vagón. Era negro, alto, flaco, poco agraciado y de ojos marrón quemado. Tendría 40 años. Yo me senté en el asiento diagonal a él, con la mirada acuosa en el piso, la respiración lenta y cortada, las manos en puños escondidas en mis bolsillos, y la cabeza recostada hacia atrás. Me miró cómo diciendo "tranquila nena, sea lo que sea va a pasar", o al menos eso interpreté yo.
Saqué una revista e intenté leerla. No podía. Él se dio cuenta pues cada vez que la bajaba y la ponía sobre mis piernas, me miraba. Tenía yo la garganta anudada de tanta lágrima atragantada, y él se daba cuenta, porque observaba mi cuello, mi tranquea, observaba como tragaba para no deshacerme en llanto.
Dejé salir una lágrima minúscula, finísima, y él me sonrió. Su sonrisa sostuvo mi alma quebrada y me mantuvo a mí firme en el asiento. Quería dejarme caer, quería ser gelatina en el vagón del metro, pero su presencia me agarró con fuerzas, me sostuvo las manos sin tocarme, me dio un espaldarazo sin rozarme y me acompañó hasta que se bajó justo una estación antes que yo. No dijo adiós con la mano, sólo salió sin mirar atrás y cuando el vagón arrancó pude ver su silueta desaparecer.

14 comentarios:

Carito dijo...

Yo hace par de años perdí la completa verguenza de llorar en público, lloraba tanto que no hubo forma de evitar que la gente me viera con lástima tratando de entender qué pasaba, pero tal vez por mi cabeza paranoica, nunca sentí a esas miradas como cómplices

Vanesa dijo...

Como siempre extranjera….nunca me defraudas con tus relatos, y bien te puedo decir que e estado allí...y que seguramente no lloras en publico no por el orgullo…yo creo mas bien por el no vernos tan vulnerables...Por creernos que podemos con esto y mas…un beso y un abrazo fuerte…y tranquila que la tormenta siempre pasa…y espero que cuando se te derrumbe el mundo siempre tengas presente esos “ojos marrones quemados” recordándote que todo va a estar bien…

Anónimo dijo...

Ya sabés que amo tus descripciones de momentos

Y te invito un fernet cuando quieras, lástima la distancia!

Pero averiguá, seguro que lo podés conseguir para ahí, en NY debe haber de todo! o no?

Besitos

Terapia de piso dijo...

Eres unas princesa y las princesas no lloran, sollozan.

Que nunca te dé pena llorar en público. Nunca.

José Roberto Coppola

Maritoñi dijo...

Cuánta tensión! Yo en vez de gelatina me habría convertido en azúcar.

Jairo Rojas Rojas dijo...

me gusta esa imagen de una sonrisa capaz de sostener un alma quebrada. Emotiva descripción

Lorena J. Saavedra dijo...

Ay no, Extranjera, me hiciste añicos el corazoncito. No sé por qué, quizá mi papá hizo de mí lo que soy... Pero no puedo llorar, me sentí como vos, con vos en el bagón. Y nos es que a uno le dé pena o no, simplemente no podés llorar con tanta gente ahí... El viejo me decía: no llorés, dame una sonrisita, y yo sonreía; y el alma se me pudría por dentro (a veces encaprichada, casi siempre). Hacé lo que querrás, chillá cual Magdalena o metete debajo de la cobija, todos son válidos.

Ana dijo...

Necesito un cómplice así. Ya.

alinitaxula dijo...

ejej la semana pasada también lloré delante de mucha gente y sólo una se apiado de mi. Me dió su brazo, palabras de aliento y se me hizo un nudo enorme en la garganta....son como décimas de segundo en las que te da un subidón tan grande que te sientes más pequeña todavía mmm
besin
alinita

Jardinero del Kaos dijo...

un angel!!!
Que manera tan descriptiva de transmitir las emociones, eso es algo que nunca dejare de admirarte y elogiarte.

besos!!!

C@rol dijo...

Que lindo la manera como escribes. El mejor remedio para dejar de sentir esas ganas inmensas de llorar es... llorar inmensamente.

Saludos

Gastón dijo...

Se producen encuentros más que interesantes sobre estas gigantes orugas con ruedas que van y vienen por los caminos infinitos y paralelos.

Y soltá esa lágrima.
Prometo secártela de la manera más dulce.

Besos que te arranquen una sonrisita

Anónimo dijo...

Puedes llorar no somos tan débiles ni tan fuertes como creemos. No te frustres nos pasa a todos en algún momento de nuestra vida. No todo lo podemos lograr a la vez. Tu emoción se desborda en tu descripcion, me conecto contigo, lucha y persevera.

Pulgamamá dijo...

Ay mis niños, había escrito comentarios larguísimos y personalizados pero se borraron al tratar de publicarlos, así que como me parece mala suerte repetir lo perido, y además soy una floja, hago uno genérico:
Gracias a todos por leer, por escribir, por sus ánimos y mimos. Soy una aficionada a llorar en público, si esta vez no lo hice fue por las miradas y la sonrisa del cómplice silente. Hubiese sido como feo con él que estaba tratando de darme apoyo visual reventar en llanto. De resto suelo hacerlo todo el tiempo!
Un abrazo grande a todos