domingo, 5 de julio de 2009

El día, la tarde, la noche

Primero el día; de amarillo y verde. Con el sol que quema y el viento que sopla y evita que uno se achicharre. El día como hace mucho no teníamos, sin lluvia, sin humedad, con brisa. El día que grita, que invita a pasear en el parque y ver el río y observar a los niños que juegan a mojarse con un chorro, y los padres que corren tras ellos. Y las parejitas que comen helado, y las madres que pasean a los babies, y aquellos que pasean a los perros. Perros que andan contentos y alborotados. El día para ir al super y comprar frutas y vegetales, y comer pollo al horno y ensalada griega, con mucho pepino para hidratarse.
Luego la tarde; de naranja y rosado. Tarde de gente que camina por Columbus Circle y juega con el agua de la fuente. Tarde de amor que pasea en carretas jaladas por caballos y taxis bicicleta. Tarde de señoras buenas mozas vestidas de rojo, azul y blanco para celebrar el 4 de julio. Tarde de niños que corretean por las aceras con banderitas tricolor. Tarde de cielo naranja y rosado, morado, fucsia y azul. Todo junto. Tarde de vista al Hudson desde el apartamento de Penélope mientras esperamos los fuegos artificiales que Macy's patrocina todos los años. Tarde de foi grass y queso fialdelfia con pimentón dulce.
Por último la noche; impúdica, sin querer vestirse de negro porque es verano. La noche con el pum pum pum de los fuegos artificiales que se observan desde la ventana de Penélope tan cerca y tan claros, como si estuvieran proyectados en una pantalla de cine. Rojos, azules y blancos como la independencia, en forma de aros, roscas, espirales y pompones. Noche de luces que brillan por media hora y de gente que grita Happy 4 of July. Noche de gente, como yo, que celebra el 4 de julio porque-se-supone-que-se-debe-celebrar y porque quiere beber. Noche de gazpacho fresco y sabroso para volver a la vida. Noche que se acaba y se convierte en madrugada acompañada de cuentos sobre otra Caracas, otra Nueva York y las aventuras de unas damas muy elegantes. Madugrada que termina con el último sorbo de una vodka con jugo de cranberry y que anuncia una mañana de resaca, lenta y pesada.

6 comentarios:

Terapia de piso dijo...

Y el mediodía, dónde quedó el mediodía?

La gente le hace tan poca justicia a mis queridos mediodías.

Te adoro y pienso en ti todos los mediodías del mundo.

José Roberto Coppola

Biblioteca Arturo Marasso dijo...

y la mañana siguiente pareciera pintada de blanco, quizás porque al vodka se lo llama bebida blanca (aunque sea transparente) o quizás porque uno queda en blanco.

me gustó mucho el juego de colores, y no recordaba del dia de la independencia por estar en otro país. y también, por estar del otro lado del hemisferio, fue tan lindo leer verano, calorcito, helados y niños correteando.

Vanesa dijo...

Bellisimo Extranjera!!

Anónimo dijo...

sí que resultaste borachita, eh!
te va a encantar el fernet cuando vengas!

y...

FELIZ CUMPLEAÑOSSSSSSSSSSS!!!!!!!!!!!!


perdón, te juro que pensé todo el día en decíttelo, pero al final se me pasó... y ya pasó una semana!

me alegro saber que la pasaste genial y nunca nunca dejes este blog!

besitos de un amigo argentino :)

Pulgamamá dijo...

Terapia: es cierto que no lo mencioné pero lo incluí mentalmente cuando hablé del verde y el amarillo porque así son los mediodías para mí.
N: Es verdad, las mañanas de reseca son blancas, o negras. Jajaja!
Vane: gracias corazón!
Galán: sí figúrate que me gusta el trago. Gracias por el feliz cumpleaños.
Abrazos!

ingelmo dijo...

Excelente relato, Extranjera!

Me ha encantado poder imaginar -ahora que todavía tengo fresca en la mente la ciudad de Nueva York- como se celebra el Independence Day.

Saludos,