viernes, 5 de febrero de 2010

Mi noche en la E.R. Parte II: Mis luchas y las de Ivonne

Una enfermera rubia y joven intentaba desvestirme y limpiarme mientras yo luchaba para que mi compañera de cubículo y el médico que la atendía no me vieran desnuda y embadurnada.
La enfermera rubia, hija de immigrantes colombianos, me hablaba en español con un acento extraño, igual al de las de las presentadora de CNN, mientras me limpiaba con pañitos de agua tibia.
Como estaba avergonzada y quería desparecer, intenté concentrarme en lo que el médico le decía a mi compañera de cubículo, una mujer robusta, de rostro hinchado y calva. No había que ser adivino para saber que tenía cancer y que los malestares producidos por la quimioterapia la tenían de vuelta en el hospital.
Alma y Licantro estaban en una esquina del cuarto -si se le puede llamar cuarto a los cubículos de las salas de emergencia- y no quiero ni pensar, cuánto del espectáculo de la enfermera limpiándome presenciaron. Sé que para cuando volví a vomita Licantro estaba ahí, intentando sujetarme el pelo para que no me lo ensuciara.
Cuando Alma llegó de nuevo al cuarto ya yo tenía una vía en el brazo, el medicamento para parar los vómitos había hecho algo de efecto -todavía tenía nauseas- y me estaban pasando una bolsa de suero. Miantras Alma me preguntaba como me sentía, con esa mirada dulce que tiene, Ivonne chillaba de dolor.
- Este es su segundo cáncer de mamas. Tiene 10 años luchando -me dijo Alma que le había dicho Ivonne, cuando yo estaba demasiado ida como para escuchar nada.
Sólo luego nos dijo su nombre. Ivonne. Hija de padres puertorriqueños de Ponce, nacida y crecida en Nueva York. 52 años. Madre de tres hijos. Abuela de cinco nietos, tres niñas, dos niños. Sobreviviente de un cáncer de mamas. Poseedora de otro cáncer de mamas. Presa de una quimioterapia que la hacía visitar la sala de emergencia con más frecuencia de la que ella quería.
-Tiene que estar uno en una sala de emergencia tirada en una cama para darse cuenta de qué es lo que importa -le dije a Alma refiriéndome al valor de la salud, en lo que debe ser una de las confesiones más cursis que he hecho en voz alta.
-Dios sabe por qué hace las cosas -me dijo.
Una doctora de cabello corto y castaño se presentó junto a mi cama y comenzó a palparme la barriga, escucharme el corazón, los pulmones y a hacer todas esas cosas rutinarias que hacen los doctores y que a mí me parecen estúpidas en algunas circunstancias. Me preguntó que había comido, si había viajado -ajá ya querían decirme que es un virus traído del tercer mundo- a qué hora había empezado el malestar y si había tenido fiebre.
-No, además del vómito y la diarrea no tengo más nada -le dije.
Diagnosticó un virus estomacal, algo que según ella por estos días estaba dando mucho. Alma se fue a llamar a Licantro -no los dejaban estar los dos a la vez, los gringos y sus reglas- e Ivonne empezó a gritar. Aparentemente sólo yo escuchaba.
-Enfermeraaaaaa -empezé a gritar yo.
Llegó una mujer negra y mala encarada que antes le había sugerido a mi enfermera rubia colombiana que me pusiera un pañal. Un pañal coño!!! Qué diablos le pasa???
Ivonne sólo le dijo "I'm in pain" y la enfermera diabólica le respondió que ya le daría algo para el dolor.
Quise distraer a Ivonne y empezé a preguntarle y decirle bobadas. Le dije que lo bueno de haber sobrevivido a un cáncer era que podría sobrevivir a otro. Que ella era una guerrera. De verdad sentía que debía decirle algo. Ahí estoy yo que después de unos días, mi virus se iría y ahí estaba ella, que se iría esa madrugada de la emergencia y seguiría con su quimio y con su cáncer.
Licantro volvió al cuarto y le dio por tomarme fotos. En mi peor estado, con mi peor cara y él pensaba que me veía muy linda en la cama del hospital. Dios este hombre me ama!, me dije. Me dio besitos en la frente, me buscó una cobija y un vaso de agua, porque la doctora de pelo corto castaño quería ver si yo podía sostener líquido dentro de mi organismo.
Ivonne, que era vaqueana en la emergencía, le empezó a decirle a Licantro cómo ponerme la cobija y dónde conseguir el agua. Hablaba en inglés y en español. Luego se volteó hacia la pared para intentar descansar. Al rato vino un médico y le dijo que tenía pulmonía, que tenían que recetarle antibióticos. Asintió resignada.
Luego de escuchar el diagnóstico del médico de Ivonne, me voltée y cerré los ojos. Deseé seguir vomitando, deseé seguir llenándome de porquerías. Todo con tal de que Ivonne dejara de sufrir, aunque sea por esa noche.
Mi lucha terminaría con un final feliz, seguramente. ¿La de ella? Ni ella, ni los médicos lo podrían decir.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

triste situacion muy bien narrada

sabes que me encantan tus cronicas sobre las cosas que te van pasando en la vida, lastima que esta sea tan cruel, sobre todo para Ivonne...

te dejo un beso grande

Almudena dijo...

Tiene tercera parte?
Dónde está MacAsoñado?

Me está gustando, aunque me haya tocado un nombre que no me merezco : ) Todo un placer sufrir convalecencias contigo, amiga!

Almudena

Pulgamamá dijo...

Galán: me alegra que te haya gustado. Sí esta situación es muy cruel, y no quiero decir que es que así es la vida porque eso no es consuelo.
Almudena: claro que tiene tercera parte y ahí viene McDreammy. Y obviamente que te mereces el nombre.Gracias por ser tan especial conmigo.
Abrazos!

Federico Santelmo dijo...

"Lloraba porque no tenía zapatos hasta que ví a un hombre sin pies"

Ana dijo...

There's always a McDreamy... ¡qué emoción! :)

Ana Sosa M. dijo...

Ansiosa por leer la parte III,
besos, y sigue escribiendo que por aquí tienes a una lectora fiel.

Ani

Lorena J. Saavedra dijo...

Hermosa!, qué barbaridad, pobrecita de ti. Un abrazo enorme... y un beso para Ivonne.

Pulgamamá dijo...

Adri: gracias por decirme eso tan lindo.
Federico: muy sabio.
A-nah: si y este era muy Dreammy.
Ani Sosa: que linda, gracias por seguirme.
Lore: besos, bellisima.

alinitaxula dijo...

mi niña ponte buena, la crónica preciosa y triste a la vez...
biquiños
alinita

HERMINIA dijo...

Mi querida extranjera:

El Amor, con "A" mayúscula, está en sujetarte el cabello para que no lo vomites y en tomarte fotos con lo hermosa que debes haber estado en E.R. Dile a Licantro que yo también le amo, por amarte asì. Reitero mi sana envidia de lo suertudos que son ambos. Quizá a mis casi 52 años aún tenga la suerte de encontrarme un amor asì, con paseos, encuentros, luchas, metas y por què no, emergencias y malos ratos...

En una canción muy bella, Alberto Cortez decía: "A tì, que te sientes culpable, por el infeliz que se queja, porque lo aprisiona una reja, o porque vive en la calle". El dìa que no nos compadezcamos del sufrimiento ajeno, dejaremos de ser humanos. Sigue siendo un lugar común, pero de vez en cuando la vida nos sacude y nos ubica en las cosas realmente valiosas: la salud, la compañía bendita y oportuna de las "Almas" que todos tenemos la dicha de tener cerca; el amor que va mucho más allá del placer y la belleza, estableciendo su sede en cosas verdaderamente importantes. Evitar que es@ que amamos se llene de cochinada es un acto amoroso trascendental.

Espero que estés bien y que se conceda tu deseo de que Ivonne sobreviva al segundo ataque del cáncer. No puedo evitar el pensar con absoluta maldad que hay tantos bichos perversos y dañinos tan sanos...

Un abrazo calientito y maternal.

Pulgamamá dijo...

Alinita: gracias, sí, un poco triste. Ojalá que en el futuro de Ivonne esté ganarle la batalla al cáncer.
Herminia: te extrañaba. Que bella eres por decirme todas esas cosas y por estar pendiente de mí. Tus comentarios me han dado fuerza en esta lucha y otras veces me han puesto a pensar mucho. Gracias a tí he reflexionado sobre lo importante que es darse cuenta del amor y cuidarlo, mantenerlo y tenerle fe. Sí, Licantro se portó como un ángel ese día, cuidándome cada segundo, y la bella de Alma también, que no me conoce desde hace tanto y así sin más no dudó en venirse a la clínica conmigo.
Realmente Dios nos asigna ángeles en la vida, y todos tenemos ángeles de carne y hueso y somos ángeles de otros. Me encanta pensar en cómo las vidas se cruzan y el efecto que podemos tener en otra persona sólo en un segundo. Tú has tenido un efecto en mí, uno muy positivo, y me siento feliz y honrada de que hayamos coincidido. Tú te mereces un amor pleno y absoluto con paseos, encuentros, luchas y mucho más.
Abrazos!
Abrazos!