domingo, 9 de noviembre de 2008

Odio mi desastre pero no sé vivir sin él

Hay una anécdota que mis amigas de la universidad nunca olvidarán. Penélope, cada vez que quiere hablar sobre cuan desastrosa soy la repite, y sus palabras vienen acompañadas de carcajadas. Cuando estudiábamos en la UCAB solíamos reunirnos en el cafetín de ingeniería en los recesos, para merendar o tomar café. Yo casi siempre andaba a dieta, y en lugar de comprar comida en el cafetín me llevaba alguna fruta. Un día, en medio de un chisme entenidísimo, me puse a buscar mi manzana en el fondo de mi maletín. Penélope me observaba atónita. Vio como sacaba papeles de chicle, cómo le sacudía las puntas de lápices a la fruta verde y redonda, cómo la separaba del resto de comida que había en mi bolso, cómo la limpiaba y me la llevaba a la boca. Después de eso, nunca se ha atrevido a meter la mano en mi cartera porque dice que le da miedo, y mucho menos ha aceptado una fruta que provenga de mi bolso.
Se que el episodio es un tanto asqueroso y me encantaría decir que es falso, pero no puedo. Es verdad y odio que sea verdad. Hoy cuando tuve que limpiar todas mis carteras y sacar pares de zarcillos, bolígrafos, papeles, mapas, pinturas de labio sin sus tapas, volví a odiar mi desastre. Este domingo lo escogí para ordenar minuciosamente mi closet. Sucede que tengo demasiada ropa y que cuando llego de la calle no la vuelvo a poner dónde va ni la arrojo a la ropa sucia. No. La dejo tirada en cualquier parte y en dos semanas mi closet se convierte en una maraña de trapos. A Licantro, por supuesto, no le encantan estos modos míos y me pidió con mucha ternura si podía ser un poquito más ordenada.
El desorden no es el problema. El desorden es síntoma de un mal mucho mayor: lo desastroza que soy. Luciana se burla pues dice que no me puede dejar sola porque hago un desastre. Hace uno meses me pidió que la acompañara a una charla en NYU sobre los MBA y mientras ella estaba conociendo a su vecino de asiento, a mi se me cayó la botella de agua, mojé todos los papeles que me habían dado, y parte del escritorio. Al verme me dijo "me volteo un minuto y esto es lo que haces".
Hace dos semanas, mi profesor de inglés nos llevó a la biblioteca a que sacáramos un libro. Me llevé uno de Marguerite Duras que sobrevivió en perfecto estado los primeros dos días y al tercero fue víctima de un tsunami en mi bolso. Se me había olvidado cerrar la botella de agua antes de guardarla en la cartera. Ahora tengo que ir a la biblioteca pública avergonzada y pagar la penalidad que supongo debe haber.
Como esos ejemplos hay muchos otros; la vez que casi incendio mi casa porque se me olvidó que había puesto cera a calentar, cuando dejé las llaves de mi casa en la planta baja y cerré la puerta del piso de las habitaciones, el día que choqué el carro contra una acera sólo porque no la vi. Todos a mi alrededor han aprendido a quereme desastroza. Licantro me llama a veces "su desastrosita", y Fede, mi costilla, dice que soy un "exquisito desastre". No sé que le ve él de exquisito, porque a mi me parece un fastidio. Hasta Penélope que quedó traumatizada con la manzana cubierta por restos de puntas de lápices, mira mis desastres con cariños. Yo no. Yo los odio. Quisiera deshacerme de todos ellos, y no voy a venir con la historia de que voy a aceptarme como soy. Esa parte de mí me resulta vergonzosa y quisiera negarla. El problema es que no puedo. Me persiguen mis desastres y me dejan en evidencia todo el tiempo. No sé cómo los otros pueden quererlos.

12 comentarios:

Jefferson dijo...

Dicen por ahí que las grandes mentes son desastrozas en muchos aspectos. ¡Un poco de apoyo mental!

Saludos.
Jefferson.

Pulgamamá dijo...

Jajajaja, sí eso he oído. Ojalá y sea cierto. Gracias por el apoyo. Tu eres así?
Saludos

Maria Alejandra dijo...

Compra muchos bolsitos para que guardes todo... Me explico, un portacosméticos, una cartuchera, otro bolso para otra cosa y así... Llenas el bolso grande de bolsos chiquitos... a mi me ha funcionado!

Pulgamamá dijo...

Hola Mariale, ¿cómo andas? Si bueno lo de los estuchitos lomhe puesto en práctica lo que sucede es que luego se me olvida meter las cosas en cada estuche. Tendría que crearme una disciplina. Pero al menos así las cosas no se mojarían. Gracias por leerme.
Abrazos

Carito dijo...

A ver, yo tengo una teoría para esto.
Yo soy igualmente desordenada, y a veces ni yo lo soporto.
Cuando estaba en la universidad en una clase de psicopatología nos explicaron como los obsesivos compulsivos que viven en el extremo orden siempre tienen una gaveta desordenada en la que drenan la parte de su personalidad que no consigue desahogo en tanto orden.
Mi teoría es que yo soy tan estructurada para resolver problemas, vivir de acuerdo al "deber ser" y ser correcta en casi todo, que una gaveta no me basta y por eso necesito una cartera descordenada, un closet caótico y un cuarto patas pa'arriba.
No sé si me teoería aplique en tu caso!

Pulgamamá dijo...

Ay no se Carito yo creo que yo no soy estructurada para casi nada, excepto para mi trabajo ahi si soy una loca obsesiva, igual con la escritura. Asi que si, creo que aplica.

Jefferson Díaz dijo...

Mi desastre se enmarca en la cantidad de libros que tengo en mi cuarto. Mi familia se enfada conmigo porque para encontrar algo en mi alcoba hay que pasar por obstáculos literarios al mejor estilo de Indiana Jones. Todos tenemos nuestro pequeño desorden, y nuestras medidas de orden. ¡Es normal!

Saludos.
Jefferson.

Pulgamamá dijo...

Lo mio no es pequeno, creeme. Hoy rompi mi abrigo y desbarate la jarra de agua de Luciana mi amiga. Ni modo.
Saludos Jefferson

Anónimo dijo...

Que dejes de hacer desastres sería un desastre superior, porque tus carterotas no serían ni la mitad de emocionantes, actually. Lo mismo te sale una orquídea, que una galleta, que un rabipelado bien fashion, con sus manolos y todo. Yo digo. We love you anyways, Mrs. Poppins... :) :*****

Pulgamamá dijo...

Jajajaja. Lil' prome I love You too. Tranquila que sigo con las carterotas sorpresa a lo Mrs. Poppins.

Andrés Schmucke dijo...

Yo siempre he dicho: "Mi cuarto, mi desorden, mi problema", y yo si que soy burda de desordenado y no voy a cambiar, así que mi concejo es que te aceptes así y te tripees las quemadas de casas y las chocadas de carros jajajajaja.

Llegue a Washington pero no creo que pueda ir a Nueva York, una agenda copadisima y cuando estuve en Nueva York en marzo y quería venir para aca el pasaje eran 350 dolares en tren así que no me engañes.

Pulgamamá dijo...

Jajaja. Hola Andrés. Si creo que no me queda mucho más que aceptarme. SAnque últimamente he tenido problemas con eso.
Yo estuve en Washington hace unos meses en un curso de periodismo. Me gustó pero no viviría ahí.
Te juro que no te engaño con respecto a los autobuses, se llaman Washignton Deluxe y cuestan 35 dólares. Llegas en 5 horas. Crréeme yo lo hice.
Pero si estás full disfruta DC, debe estar muy emocionante justo ahora después de las elecciones.