jueves, 20 de noviembre de 2008

La serena felicidad de Caterina Azulejo

Llegué al salón y Caterina Azulejo, nuestra profesora suplente (el calvo cuarentón tuvo un asunto familiar) estaba hablando con dos de mis compañeras. Sólo puede oir que les decía, que ella se había dedicado a llevar una vida feliz y a no trabajar demasiado. No sabía nada de Caterina Azulejo, nunca había escuchado su nombre, nunca antes la había visto, sólo sabia que estaría allí, parada frente a nosotros 20, por tres horas. La compadecí. Mi clase puede ser un tanto salvaje.
Al hablar me di cuenta de que Caterina Azulejo no tendría problemas manejándonos. Ella estaba genuinamente interesada en nosotros, y nosotros, cosa rara en estudiantes, estábamos interesados en ella. Al principio me asusté pues empezó con el cuento trillado del círculo para conocernos, pero pronto Caterina Azulejo comenzó a hablar de su vida y todo se hizo silencio. Cuando Yulia, una chica con cabello negro salvaje, ojos de gata, y un ligero parecido a Angelina Jolie dijo que era de Uzbequistán, Caterina Azulejo, le respondió "me encanta tu país". Los ojos de Yulia saltaron. Uzbequistán no es precisamente un lugar turístico. Caterina, le dijo que la batola azul que tenía puesta y los zarcillos de piedra los había comprado allí.
El círculo siguió y a medida que cada quien develaba su nacionalidad y la historia de su país, señalaba en un mapa el lugar. Caterina Azulejo conocía por lo menos 15 de los 20 que tenían representación en esa clase y de cada ellos conservaba objetos y muchas fotos. A la Azulejo no le gustaba hacer turismo tradicional, ni de lujo, ni confortable. Ella quería conocer las historias cotidiana de las tierras que visitaba.
Caterina Azulejo era una mujer interesante, pero eso no fue lo que me atrajo de ella. Fue su apariencia tranquila, serena; sus pasos suaves, como si pisara sobre algodón, su rostro plácido, lo que me llamó la atención, sobre todo tratándose de una neoyorquina. Bien se sabe que los que viven aquí, caminan apurados, con los cafés hirviendo en la mano, y el periódico debajo del sobaco. El cuerpo de Caterina Azulejo decía, "estoy dónde quiero estar".
Al terminar la clase me acerqué a Caterina Azulejo y le pregunté cómo era que una neoyorquina, nacida y criada en esta ciudad, no estaba obsesionada con el trabajo, y vivía la vida como se debe vivir, es decir (y me disculpo por la reiteración) vivíendola.
Le dije, Caterina, por qué luces tan feliz.
Me dijo, Lo soy.
Le pregunté cuál era la clave. Me dijo, La familia.
Le dije, Tiene que haber algo más. ¿Meditas, haces yoga, escribes, lees, haces pilate?
No, me dijo. Sólo me rodeo de quienes quiero y viajo. Sólo gasto en viajes. Viajo mucho. Y cuando me canso de viajar, viajo más, siempre con mi esposo.
Me dio pena seguir interrógandola, pero me tragué mi pena y seguí preguntando.
Perdona tú Caterina si soy muy metiche, le dije, Pero quiero saber yo, que vivo como si tuviese 16 vidas y no una sóla, por qué tú luces tan serena. Caterina Azulejo, estiró sus brazos, su batola azul se movió, y pensé en ella como en un ave celeste.
Me respondió, Y dime para qué me voy a apurar. No tengo otro lugar a dónde ir después de aquí. Entendí que hablaba de la vida y no de la clase de inglés. Paré el interrogatorio, no porque estuviese satisfecha sino porque me sentía frustrada. La envidié. Quise ser un ave celeste. Quise comprar batolas en Uzbequistán. Quise caminar sobre algodón. Quise ser serena, felizmente serena. Quise ser Caterina Azulejo.

10 comentarios:

Unknown dijo...

Ah como me encantan tus textos! Te juro que me senti en la aula, pude sentir la serenidad de Azulejo, pero principalmente tus ganas de ser como ella.
Te digo que no me gusta leer textos largos, pero los tuyos son imposibles no leer.

Espero un mail tuyo. jeje
Tu nombre es Carla? :-)

Besotes!
Te deseo un lindo viernes!
Bruno Silva
http://ladobdocassete.blogspot.com

Ana dijo...

De tanto intentar vivir 16 vidas terminando viviendo la que tenemos a medias y sin darnos mucha cuenta... por eso de vez en cuando aparecen estos pájaros azules para recordarnos que no tenemos otro sitio a donde ir.

Vivir el momento... se escribe fácil, ¡pero qué difícil que es!

Besitos C.

Pulgamamá dijo...

Gracias Bruno por todo lo que me dices. Me alegra que puedas sentir en mis letras lo que yo senti con Caterina Azulejo. Por ahi te llega el mail. Saludos! Anah toda la razon es facil decirlo muy dificil hacerlo. En esos momentos hay que recordar a los pajaros azules.

Pulgamamá dijo...

Gracias Bruno por todo lo que me dices. Me alegra que puedas sentir en mis letras lo que yo senti con Caterina Azulejo. Por ahi te llega el mail. Saludos! Anah toda la razon es facil decirlo muy dificil hacerlo. En esos momentos hay que recordar a los pajaros azules.

Lorena J. Saavedra dijo...

Qué mujer esa... tan serena. Extranjera, de verdad hay gente así, que no corre para llegar al trabajo, que no está haciendo mil cosas a la vez? Mirá que yo no sé qué es eso. Mi profesora de teatro dice que tengo ritmo interno de ardilla... Y un día de estos voy a morir de un paro cardíaco como el colibrí. Un abrazo, lore

Jardinero del Kaos dijo...

quiero tener un 5% de la actitud de la sra. Azulejo.
verdaderamente admirable, quien pudiera...

me gusto mucho el texto, voy a pasarme por las entradas viejas. un gusto habernos descubierto.

saludos!!!

Pulgamamá dijo...

Lore hola, pues si hay gente que vive asi, sin la corredera. Yo soy como tu, tampoco puedo. Que fino que eres actriz, yo siempre tuve ese deseo pero me fui por el periodismo. Jardinero, tambien eS un gusto para mi habernos descubierto.Que fino que te gusto el texto. La sra Azulejo tiene demasiada actitud. Saludos.

Samuel Andrés Arias dijo...

Estoy a tres días de regresar a mi trabajo y la conclusión de estas vacaciones es similar a la de Caterina Azulejo: para que afanarme. Así esté inundado de trabajo he decidido "cogerla suave" como dicen los costeños colombianos. Ojalá en un par de semanas no esté colgado del techo y angustiado por las tareas que me inundan... Yo también quiero ser como Caterina Azulejo.

Pulgamamá dijo...

Hola Samuel bueno cuando regreses a tu trabajo y estes a punto de colgarte al techo piensa en caterina azulejo, en sus pasos sobre algodon, en su batola azul, en uzbequistan. En estar donde uno tiene q estar y ya... Gracias por seguir leyendome. Abrazos

La Macorina dijo...

Ouch! quiero ser TANTO ella...yo tampoco tengo otro lugar a dónde ir después de aquí y sin embargo corro... a lo mejor, eso que tanto busco se resume en la posibilidad de tener una batola azul de Uzbequistán, un anillo de Johannesburgo o aprender a hablar Swahili.