sábado, 8 de noviembre de 2008

Sueños que hablan

Inexplicablemente, ambos habían entrado por la ventana del techo de mi cuarto y me habían llevado volando con ellos. Juntos los tres, caminábamos felices por las calles de Metz, la pequeña y fría ciudad donde viví cuando me mudé a Francia por un año.
Aquellos no eran días muy felices. La mujer que me había tocado como familia de intercambio sufría de alcoholismo y depresión y amenazaba con botarme de su casa (cosa que al final hizo). Yo tenía 18 años, llevaba cuatro meses en la ciudad, tenía pocos amigos y odiaba el frío. No entendía a los franceses, no entendía porque no me entendían cuando hablaba, y para hacer el cuento corto, me sentía miserable.
Una noche, luego de quedarme dormida en lágrimas, soñé que mis dos abuelos, ambos muertos hace algunos años, habían entrado por la ventana del techo del cuarto donde dormía y me habían llevado a recorrer la ciudad. Me llevaban cargada entre los dos y felices recorríamos los alrededores del río, la catedral, el viejo fuerte y el colegio dónde yo estudiaba. Recuerdo que mientras dormía experimentaba una sensación de placidez incomparable. Al día siguiente me levanté esperanzada y con el sueño en la mente. Llamé a mi papá y se lo conté. Se conmovió. Me dijo: "Es natural, ellos te están cuidando". Al pensarlo me dieron ganas de llorar. Todavía me dan.
Si los muertos pueden comunicarse con los vivos, no puedo asegurarlo. Algunos dicen que no. Otros dicen que sí; y cada quien que piense lo que lo haga más feliz. A mi por supuesto me hace feliz pensar que mis queridos abuelos buscaron la manera de decirme que todo iba a estar bien.
Samy, mi amiga de la infancia, quedó embarazada hace algunos meses. Una noche soñó que el papá de su esposo, a quien nunca conoció, hablaba con ella sobre la niña que iba a tener y le pedía que naciera el día de su cumpleaños. Samy, dice, conoció a través de un sueño al abuelo de su niña.
Ayer, antes de quedarme dormida me acordé del sueño que tuve en Francia. Deseé que mis abuelos viniesen, esta vez de verdad, y me llevasen de la mano, flotando por todo Nueva York: desde el 7-d a Central Park, La Quinta Avenida, Columbus Circle, El Village y así por todas partes. Así, me sentiría más liviana, avanzaría más rápido en esta ciudad y estaría más contenta. Tal vez, simplemente necesito que ellos me digan que todo va a estar bien.
No soñé con mis abuelos, por supuesto, en cambio soñé que me casaba con un chino feo. No entiendo por qué, pues yo ya estoy casada, y la verdad es que los asiáticos no me atraen. Ni modo. Otra noche será.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Tengo una hora paseándome por tu blog. Es her mo so. Creo que es mi segundo blog favorito en el mundo (sigue ganando ALIESKA jajaja) No, ni siquiera sé quién es él. YYYYYY, uno es lo que cree. Y quisiera tener sueños así también. Yyyyyy la gordura, querida extranjera, se lleva en la cabeza, eso es lo único que yo no logro adelgazar. Besos, no sabes que hermoso fue leerte nuevamente. Bai

Pulgamamá dijo...

Corina que hermoso este comentario, te lo agradezco mucho. Me encanta que me leas, y tranquila que mi blog favorito tambien es alieska aunq me provoca jalarle una oreja porque esta escribiendo muy poco.Cierto, la gordura se lleva en la mente y yo tampoco logro adelgazarla Bueno un abrazo

alinitaxula dijo...

jorrr con tus sueños, la verdad el de tus abuelitos muy simbólico pero el del chino.... como que no... será de algún mal rollo cuando fuiste a china town ejejej
ya verás que todo va bien
un besin
alinita

Pulgamamá dijo...

Si alinita ni idea con el sueño del chino. Pero puede que tengas razón, yo suelo tener mala suerte con los chinos.
Gracias por leerme
Abrazos