viernes, 15 de agosto de 2008

Caramelo delicioso (Parte I: La mensajera)

Candy es una negra deliciosa que habla con parsimonia y tiene una cabellera rizada color caramelo, como su nombre. Justo ahora, a las 8:15 am de este viernes, está en el asiento delante mio en un vuelo Atlanta-New Orleans que hemos debido tomar ayer y no hoy. Nos conocimos la noche de ayer en el aeropuerto de Atlanta mientras haciamos la cola en el Customer Service. Ella también venía de La Guardia y había perdido su conexión a causa del mal tiempo. Me llamó la atención la elegancia con la que hacía sus quejas, y la manera bien argumentada y calmada en la que se expresaba. Nos hicimos amigas casi de inmediato: en las circunstancias difíciles hay que unir fuerzas, y ambas necesitábamos que la aerolínea nos pusiera en el primer vuelo del día siguiente. Ella tenía un reunión a las 9:30 am y yo me moría de ganas por ver a La Pata. Nos programaron el itinerario para el vuelo de las 8:15 am y nos dieron también un cupón de descuento para reservar un hotel.
Nos alojamos en el Sleep & Suites, en las cercanías del aeropuerto, nos atendió una mujer blanca y redonda que se llamaba Gina Davies, como la actriz, y que se ofreció a darnos su autógrafo. Dejamos las maletas en la habitación y nos encontramos de nuevo en el lobby para buscar dónde comer. A la 1:00 am en el medio de una autopista y un montón de arbustos, las opciones no eran demasiadas. The Waffle´s House abre las 24 horas del día y sirven de todo, me dijo. No conseguimos taxi pero el hambre nos obligó a caminar una milla hasta la casa de los waffles. Nos sentamos en la barra. Ella pidió dos huevos fritos con tostadas y yo un sandwich de pollo.
Me contó que vivía en New Orleans. Cuando hablaba, movía la cara de una forma muy curiosa, como si cada elemento de su rostro dijera algo por sí solo. Los labios, los ojos, las cejas, el mentón, se movían independientes pero en perfecta coordinación. Verla hablar era un espectáculo.
Me dijo que tenía 38 años, que no estaba casada y que le pedía a Dios que la ayudara a conocer el hombre de su vida pronto porque quería casarse y tener hijos.
- Estoy saliendo con varios. Hay uno favorito. Sólo quiero estar segura que en realidad le guste.
No sé por qué razón pero en ese momento recordé la frase de mi querida madre. Se la dije:
- Mi mamá siempre dice que es importante que tu lo quieras a él pero que es más importante que el te quiera más.
El rostro de Candy se hizo todo seriedad. Ya no habían movimientos independientamente coordinados. Casi sin mover un sólo músculo de su cara dijo, Esa es una gran verdad. Sacó un cuaderno, anotó la cita y me preguntó el nombre de mi madre. La llamó una mujer sabia.
- Yo sabía que había una razón para que yo perdiese la conexión y terminase a la 1:00 am en el medio de la nada comiendo huevos fritos contigo.
Sabía a qué se refería pero no supe que decir.
- Dios debe querereme mucho como para enviarme un mensaje con una venezolana que vive en Nueva York, dijo.

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