martes, 26 de agosto de 2008

Crackberry adicta

Hace dos días me dió un conato de ataque de pánico. Metí la mano en mi cartera, saqué mi BB (así le dicen al Blackberry) y la pantalla estába totalmente negra. Toqué una tecla cualquiera y no pasó nada. Le dí al botón de on/off y nada. Como muerto. Me dió taquicardia. Empezé a pensar que pasaría si mi BB no volviese a prender. Tenía emails pendientes por contestar, números telefónicos de amigos y entrevistados y fotos que quería pasar a la computadora, por decir lo menos. Mi mes en Nueva York estaba todo ahí, comprimido y bien guardadito. Por eso cuando creí que se había dañado me paralizé del susto. En serio. Me quedé parada, con el aparato en la mano, pálida (según me contó Licantro) e inmóvil.
- Espera un rato, eso es que está guindado, me dijo mi esposo sin darle mucha importancia al asunto. Y es que cómo él no tenía un BB para ese momento, no entendía la gravedad del acontecimiento. Afortunadamente el aparatico prendió al rato y siguió funcionando de maravilla. Esa noche, fuimos a casa de unos amigos a beber vino, y uno de ellos, cuando vio que tenía el celular en la mesa, con la mirada perdida en él, dijo, Otra más.
- ¿Qué dices?, le contesté.-
- Otra que ya es crackberry adicta (me dijo haciendo referencia a la droga). Tranquila, que yo al principio yo estaba igual. Después se te pasa un poco.
En su primer día en la ciudad Licantro estaba un poco molesto conmigo, pues yo mandaba mensajes y chateaba con el celular a la vez que cruzaba la calle, le daba la mano, y hablaba con él.
- Te van a pisar, me dijo.
Más tarde cuando estábamos en el roof bar con nuestros respectivos tragos, y yo andaba chateando con mi prima que quería que le mandara fotos del sitio, me regañó:
- Ya suéltalo vale, habla conmigo, me dijo.
Volverse adicto a algo, es según mi criterio de las cosas más fáciles que hay. Nos hacemos adictos al café de la mañana, a la telenovela del mediodía, a la serie del prime time, a una canción, a una palabra. Incluso nos hacemos adicto al sufrimiento, y a las malas conductas y a los patrones autodestructivos. Margaret, mi terapeuta, quien es especialista en tratar a drogadictos, me dijo una vez, que la adicción nunca se termina, se sustituye con otra. Cuando estaba en Caracas pensé muchas veces en eso y comprobé que era verdad. Yo dejé mi adicción a comerme las uñas porque comencé a arrancarme las horquetillas. Y dejé mi adicción al café porque comenzé a tomar té. Y dejé mi adicción a los hombres autodestructivos, porque me hice adicta a la idea de una vida feliz. Tengo un amigo, que acaba de dejar las drogas, por los momentos al menos, pues está entregado al budismo. Sin comparar ambos hábitos y sin ánimo de tildar de adicción una religión, lo que digo es que la mente sustituye un elemento de placer con otro. Cuando nos venimos a dar cuenta, siempre hemos sido y seremos unos adictos.
No sé que adicción estoy sustituyendo con esto de la crackberry adicción y no quiero averiguarlo. Sea lo que sea, estoy segura de que el Blackberry es más inofensivo. No le conté a Licantro mi teoría sobre las adicciones, ni lo fácil que era engancharse con algo que nos produce placer. No hizo falta. Hoy por fin, se compró el suyo, y desde hace un rato, que no me mira. Habrase visto, tiene apenas tres días aquí y ya la pantallita del aparatico lo cautiva más que mis múltiples atributos! Ahora es él, el que camina con el BB en la mano mientras cruza la calle. Claro que al ser hombre, y no poder hacer varias cosas a la misma vez, yo debo guiarlo para que no me lo pisen. En estos tiempos que vivimos, en los que abundan las opciones de PPP (provocadores de placer perecederos) es muy fácil hacerse adicto a cualquier cosa. Hoy el el blackberry. Mañana quién sabe.

5 comentarios:

Andrés Urbáez-Otero dijo...

"Claro que al ser hombre, y no poder hacer varias cosas a la misma vez, yo debo guiarlo para que no me lo pisen". :-) Que cruel. De cualquier manera creo que ya estoy enganchado. Saludos.

Pulgamamá dijo...

Cruel pero ciertop, y no es sólo con él, sino con todos os hombres.
Sorry

Olga dijo...

Creo que tienes mucha razón habitante del 7-D en aquello de las adicciones. Terminan siendo vicios y se sustituyen, pues en realidad es la conducta el problema. Aquí te voy a salir con algo de filosofía. Por ejemplo, Aristóteles es bien duro en esto y casi no deja lugar a la esperanza de salir de este tipo de conducta. Cada vez que decides caer la conducta se te pega del carácter (ethos) y se queda allí como una mancha rebelde (más que tu máquina de lavar). Imagina por un momento este ethos como una balanza y allí mira la dificultad de acumular tantas piedritas de buena elección como para dejar el vicio y ser virtuoso. Y si vamos a Hobbes, te lo resumo, el hombre es una máquina de deseos eternamente insatisfecha...

Muy bueno el post, yo en vez de BB no me despego del IPhone. Mismo caso diferente PPP ;)

Saludos

Pulgamamá dijo...

Me encanta lo que dice Aristóteles porque deja una abertura para que la gente decida cada día quien quiere ser, con manchas o sin ellas. Sólo hay que ocuparse de llenar de piedritas la balanza de las buenas elecciones. Muy interesante tu comentario, y gracias por leerme.

pd: intenté revisar tu blog pero no me lo permitió

Olga dijo...

Respuesta a la post data: cerré hace algún tiempo el blog, era un poco de descarga nada para leer... Escribo narrativa y nunca he podido mantener un blog. No tengo idea del porqué...

Si me animo a un... sería... tercer blog te aviso.

Te voy a buscar la referencia de Ari (como le decía un profesor que tuve)